
La Iglesia del Colegio (antigua capilla del colegio de los jesuitas) fue construida entre 1605 y 1636. Es la primera iglesia de estilo “jesuita” en Francia. Un bello ejemplo de arquitectura de inspiración barroca, que se convertirá en el estilo barroco, desarrollado después del Concilio de Trento (1545-1563) y la Contrarreforma. Esta iglesia se inspira en la iglesia del Gesù en Roma, también construida por los jesuitas.
Fundada en 1584 por Ignacio de Loyola, la Compañía de Jesús lideró la Contrarreforma, cuando los protestantes se separaron de la Iglesia Católica, en parte debido a sus numerosos abusos. Generalmente se marca el inicio de la Reforma con la publicación de las 95 tesis de Martín Lutero en 1517. Los jesuitas pusieron el acento en la educación, así como en el arte y la arquitectura religiosa, contribuyendo de esta manera a las reformas dentro de la Iglesia.

El monograma jesuita IHS es claramente visible en lo alto de la iglesia; significa “Iesus Hominum Salvator”, Jesús es el salvador de la humanidad. A pesar de todas las decoraciones en el interior, el exterior es muy sobrio.

El altar, que se asemeja a un escenario teatral, y su elaborada decoración dorada, son características del estilo barroco, con líneas onduladas, óvalos, formas cóncavas y convexas, para dar una impresión de movimiento. En el santuario también se encuentran volutas, seis columnas corintias, estatuas de San Pedro y San Pablo, y un sagrario elaborado, con una representación de Dios en la parte superior. Alrededor de la bóveda pueden verse retratos de sacerdotes que sirvieron a la iglesia.

Las pinturas barrocas se distinguen por sus efectos de luz contrastados con zonas oscuras. Los centros de interés se destacan en plena luz sobre las tinieblas que los rodean. Por ejemplo, la crucifixión representada arriba muestra a Jesús en la cruz, acompañado por su madre, María y por Juan, el discípulo. La pintura inferior representa a San Ignacio.
Las capillas laterales honran a distintos santos, y una de ellas está iluminada en honor a San Régis, muy venerado en El Puy; llegó a ser llamado “el santo de las encajeras”, porque logró convencer al obispo del lugar de no detener la producción de encaje iniciada en 1407. El obispo pensaba que esta industria era frívola y beneficiaba sobre todo a los ricos. Régis enseñó a las prostitutas que hacer encaje era un medio más digno para ganarse la vida y cuidar a sus hijos. Gracias a él, ellas y otros artesanos no perdieron su oficio.
Régis también organizó, no muy lejos de la iglesia del Colegio, una sopa popular, una de las primeras de su tipo. Es uno de los tres modelos más importantes para las Hermanas de San José en sus obras de caridad y hospitalidad. Los otros dos son San Vicente de Paúl y San Francisco de Sales.



