Las Hermanas de San José tienen el privilegio de custodiar un importante lugar histórico que se remonta a la época de sus orígenes, es lo que ahora llaman "la cocina" de las primeras Hermanas.
Durante la Revolución Francesa, los bienes de la Iglesia fueron confiscados, incluida la casa de las Hermanas donde se encontraba la "cocina". Incluso, un regimiento de soldados se alojó en el edificio ¡y no lo cuidó en absoluto! Sólo un ejemplo: para hacer fuego y calentarse, utilizaban los bancos de madera de la capilla. Se necesitaron más de 10 años después de la Revolución para restaurarlo todo.
En la segunda mitad del siglo XX, las Hermanas consideraron la "cocina" como un elemento de su patrimonio; visitarla sigue siendo un momento fuerte para las personas que se alojan en el Centro Internacional e incluso para las que pasan sólo un día en El Puy.
Las Hermanas seguramente utilizaron esta chimenea. En un caldero colocado sobre el fuego, cocían verduras o, a veces, un poco de carne. Hasta el siglo XVIII, ésta era la única forma de cocinar posible. El calor del fuego calentaba la habitación.
La placa de hierro fundido, o contrafuego, que está en la pared del fondo, servía para irradiar el calor del fuego hacia el interior de la habitación.
El techo con vigas de madera es un típico techo francés del siglo XVII; probablemente lo vieron las Hermanas. Recientemente se ha añadido un humidificador para garantizar el nivel correcto de humedad.
Sin cambios respecto al original.
La cocina era ligeramente más grande al principio. Sólo algunas partes de los muros son originales. La entrada y las escaleras actuales son más recientes.
Los molinos de sal estaban muy extendidos en Francia. La sal llegaba en grandes trozos que había que moler antes de poder utilizarla; fuertemente gravada por las autoridades, era un producto caro y, por lo tanto, muy apreciado.
Como no había calefacción central, las Hermanas utilizaban un calientapiés para calentarse. Lo llenaban con brasas que cogían de la chimenea.
Al igual que el calientapiés, se llenaba con brasas sacadas de la chimenea y servía para calentar la cama antes de acostarse. Apareció por primera vez en Francia en el siglo XV. La reina María Antonieta se hizo fabricar uno de plata, con pequeños agujeros en forma de flores de lis (puede verse en el Museo de Cluny, en París). Sin embargo, los braseros no estaban exentos de peligro; para evitar el riesgo de incendio, los ingleses inventaron el brasero lleno de agua, nuestra bolsa de agua caliente.
No había agua corriente; iban al pozo a sacar agua con la que llenaban el depósito de la fuente que estaba en la casa. El depósito era pequeño, por lo que el suministro de agua sólo alcanzaba para lavarse las manos.
Se utilizaban para conservar alimentos. Los granjeros solían matar a los cerdos en otoño, y la carne se colocaba en estos jarros entre dos capas de sal.
To supplement their small income, the Sisters used to make lace. Since there was no electricity, and it was dark in the room, they put a small oil lamp on a pedestal table surrounded by glass balls filled with water (one for each lace maker). These glass balls concentrated the rays of light and oriented them onto the lace-pillow so that the lace maker could see what she was doing.